René Magritte

"La vida me obliga a hacer algo, por eso pinto."

Los amantes

Los amantes por Magritte

Dos personas sin identidad se besan tras dos velos húmedos.

¿Un amor secreto? ¿Un amor prohibido? ¿Dos desconocidos que se gustan sin conocerse? ¿Lo insensible de algunos amores? ¿El amor ciego? Magritte no explica nada. Sólo nos deja esa sensación de asfixia, que es quizás un síntoma como otro cualquiera para ilustrar el amor.

El falso espejo

El falso espejo por Magritte

La traición de las imágenes

La traición de las imágenes por Magritte

Magritte nos viene a decir que si no es por la inscripción, el cuadro sería una simple pipa, pero al negarlo con palabras nos hace cuestionarnos la realidad, la representación y el lenguaje.

Esta pipa del surrealista no puede fumarse. El artista pone de manifiesto el abismo que la separa de la realidad visible, justamente el ámbito en el que habita la pintura. Nos dice claramente que toda representación pictórica (incluso fotográfica) se halla definitivamente separada de la realidad.

De hecho, las propias palabras también son un engaño, en la medida que representan algo.

Las afinidades electivas

Las afinidades electivas por Magritte

Magritte juega con varias cosas: para empezar la relación o afinidad entre objetos. El huevo y la jaula, con relación en principio arbitraria en la vida real, tienen numerosas afinidades (de ahí quizás el título). Por ejemplo, los dos son contenedores para el pájaro. Y visto así, el pájaro dentro del huevo está en una doble jaula, por así decirlo.

El autor juega también con lo presente y lo ausente. El huevo (presente) será en el futuro un pájaro (ausente). El artista sustituye un objeto por otro, abriendo así infinitas interpretaciones, aunque sabemos bien que el objeto es parte del mismo proceso. Uno se convertirá en otro, aunque el futuro pinta aterrador… el pájaro no podrá crecer mucho más que esa jaula de su mismo tamaño.

La invención colectiva

La invención colectiva por Magritte

Con esta sirena, Magritte representa al mítico personaje mitad pez y mitad humano, pero lo muestra en su particular universo: Aquí el torso es de pez y las piernas de mujer.

La forma que tenía el surrealista belga de deconstruír el orden existente entre imágenes, palabras, y objetos es una de sus principales características, y al hacerlo nos deja ver hasta que punto estamos sujetos a un concepto de realidad construido. Hasta un animal mítico (y supuestamente imaginario) como una sirena tiene sus formas ya establecidas en el imaginario colectivo.

Magritte, que como sabemos no andaba falto de sentido del humor, nos regala esta flagrante contradicción que nos inquieta, que nos hace conscientes de nuestros hábitos mentales, incluso los imaginarios e inconscientes.

La condición humana

La condición humana por Magritte

Si a algo le gustaba a Magritte eran las paradojas, sobre todo por sus ambigüedades y malentendidos. Y ese “lo que es y lo que no es”, ese cuadro dentro de un cuadro, ese título, no son más que nuevas formas de indagar sobre la “traición de las imágenes”, la condición que hace que el ser humano esté obligado a ver la realidad a través de sus sentidos, incluso cuando estos pueden engañar tan fácilmente.

La clarividencia

La clarividencia por Magritte

En esta obra, René Magritte ofrece un autorretrato de sí mismo pintando un pájaro. Pero, como ocurre con todo el trabajo de Magritte, hay mucho más en juego. No solo está pintando un pájaro, sino que está utilizando un huevo sin eclosionar como punto de referencia. Magritte está pintando más de lo que está frente a él: está pintando la posibilidad, el potencial, el futuro. De ahí el nombre de esta pintura: Clarividencia. Magritte se ha pintado a sí mismo pintando su percepción del futuro. ¿Confuso? Un poquito. ¿Brillante? Absolutamente.

Para no ser reproducido

Para no ser reproducido, por Magritte

La obra representa a un hombre parado frente a un espejo, pero mientras que el libro sobre la repisa de la chimenea se refleja correctamente, el reflejo del hombre también lo muestra desde atrás alejándose del retrato tradicional, negándonos la parte que asociamos y consideramos indispensable en un retrato, el rostro.

Aquí, la obra desbarata nuestra asociación de la verdad a la reproducción, la multiplicación fiel. Sin embargo, en este caso, Magritte nos presenta otra percepción.

La caja de Pandora

La caja de Pandora por Magritte

La boîte de Pandore muestra a dos personajes igualmente enigmáticos: el hombre de bombín, que está de espaldas —y que es una constante en el discurrir artístico de Magritte— y una rosa blanca, que parece enfrentarlo con una gallardía sugerente.

La imagen causa confusión por sí misma: el espectador no termina de entender la relación entre el hombre y la flor, ni la manera en la que sus miradas parecen entrelazarse. Es la frondosidad de sus hojas y la extensión blanca de sus pétalos contra la figura pesada que la enfrenta, gélida. Estridencia, tensión, teatralidad: es como si se abriera la caja de Pandora al despertar.

El banquete

El banquete por Magritte

Estamos en el jardín, al atardecer. El sol se pone, pero no detrás de los árboles, sino delante. Se crea así un círculo puro en el centro puro del cuadro, equilibrado por la fuerte horizontal de la balaustrada.

No sabemos bien qué es lo que está delante y qué es lo que está atrás. ¿Estamos más cerca de ese sol rojo que de los árboles? ¿Están esa balaustrada y esa vasija de piedra en primer plano o quizás están detrás de todo? ¿O está todo pintado sobre ese muro, y hay un agujero circular que nos deja ver la luz del sol?

Todo es posible. Nunca nadie captó tan bien lo rara que es la realidad.

Castillo de los Pirineos

El castillo de los Pirineos por Magritte

Una roca flotando sobre el océano. La piedra es ligera dentro de su condición pesada… es otra de las clásicas contradicciones que tanto le gustaban al surrealista belga, siempre dándole vueltas a imágenes y conceptos imposibles, sintuándonos en un lugar entre lo real y lo irreal.

Nos podemos preguntar por qué está flotando esa colosal roca, y lo más lógico es deducir que la gravedad no le afecta. Pero si esto es así, nos tenemos que preguntar cuál es el objetivo de la gravedad y sabiendo esto, a lo mejor es más lógico que flote un objeto que que exista una poderosa fuerza invisible que todo lo atrae sin motivo aparente.

El hijo del hombre

El hijo del hombre por Magritte

Supuestamente este es un autorretrato de Magritte, aunque claro, no se le ve la cara. La tapa una manzana voladora que gira delante suyo y no nos deja reconocer bien al retratado.

Es algo típico de Magritte, que pensaba de manera muy sabia y surrealista que todo lo que vemos esconde otra cosa, y por supuesto siempre queremos ver lo que está oculto, aunque lo que vemos no oculte nada.

La curiosidad es una de las herramientas que utiliza a menudo el artista para hacernos entrar en su mundo, aunque a veces (casi siempre) lo haga dejando pistas falsas.